La encaústica es una de las técnicas más antiguas que se conocen, se caracteriza por el uso de la cera como aglutinante del pigmento, que a cierta temperatura funde con el color, enfríandose en superficie y solidificándose como base estable.
En la Antigüa Grecia se conocía como enkaustikos (grabar a fuego), y en Roma parece que su uso se acentúo en la decoración de los barcos, donde la cera y el pigmento no solo decoraba los cascos, también suponían un elemento de impermeabilización del agua y la sal.
En siglos venideros la encaústica cae en desuso hasta la llegada del medievo, teniendo altibajos hasta el s. XVIII y XIX, donde autores como E. Delacroix utilizaran este medio para tratar sus colores, asentando la base técnica para su utilización en artistas posteriores como J. Johns, M. Toussaint.
Retrato de mujer (c. 160-180 d.C.), probablemente de Tebas (Egipto). Madera de tilo pintada a la encáustica.
Su aplicación y uso admite múltiples variables, puede verterse muy caliente en emulsión líquida sobre el soporte, y una vez fría puede empezarse a pintar sobre ella, después se aplicaría una fuente de calor para que el fundido del color y la cera quede más uniforme.
También puede utilizarse como aglutinante o medium al pigmento, después se aplicaría siempre caliente evitando que solidifique.
Por su naturaleza la encáustica
puede ser esculpida, tallada, texturizada, alterada y combinada con diferentes técnicas. Ha sido un material polivalente y muy resitente que permite una conservación óptima y perdurable.
Cera Virgen de abeja. (placas)